Relatos: Todo empezó en la calle Gordóniz...



TODO EMPEZO EN LA CALLE GORDONIZ...


Por Francisco Santisteban "Txesko"

Sestao, 2 de Abril de 2009.

Debo comenzar diciendo que no quisiera ponerme excesivamente sentimental, aunque no sé si lo lograré. La verdad es que tengo un gran recuerdo de aquella época de nuestra infancia en la “Resi” de Villarcayo, pero también reconozco que al principio fue “durillo” por estar lejos de la familia.

No recuerdo la fecha exacta. Me imagino que sería Septiembre u Octubre del año 1978. Yo había cumplido 10 años.

Todo empezó en la calle Gordóniz de Bilbao, en una plaza creo que es donde se encuentra hoy en día el hotel Indautxu. Allí estábamos mi madre, mi hermano y yo, esperando junto a un montón de niños y sus respectivos padres la llegada de los autobuses que nos llevarían hasta la Residencia de Villarcayo. Mi hermano Juanjo, a pesar de ser dos años menor que yo, estaba más tranquilo, pues ya había estado el año anterior y tenía varios amigos que fue reconociendo mientras esperábamos. Para mí era todo nuevo, aunque como he dicho, el año anterior había estado allí varias veces “de visita”.

Por fin llegaron los autobuses, y entonces empezaron las despedidas, las lágrimas, los besos, los abrazos, las sonrisas... En fin, como suelen ser todas las despedidas. Del viaje no recuerdo nada especial, pero al llegar a la Residencia y después de distribuirnos por edades y por “camarillas”, nos fuimos a jugar al fútbol. A partir de ese momento ya parecía que éramos amigos de toda la vida; al fin y al cabo, éramos unos niños y estábamos todos en el mismo barco.

Recuerdo que la Residencia por dentro me impresionó. Me pareció enorme. Por fuera, lo que mas recuerdo son las horas y horas que pasábamos jugando al fútbol... y también al béisbol, con el pie. Utilizábamos como “bases” las canastas de baloncesto que había en la parte de atrás, junto a los campos de fútbol.

He estado revisando el Album de fotos nº 1 de la web, y me da pena no reconocer a muchos que tuvieron que coincidir conmigo. La verdad es que tengo más recuerdos del segundo año (1979-80) que del primero (1978-79). Sí he reconocido a Horacio, el de las gafas con el bocadillo en la mano foto nº 36. Creo que estuvimos juntos en 5º de EGB, con la señorita Manrique, y además estábamos en la misma camarilla. También recuerdo a Oscar “el Negri”. Ibamos juntos también en 5º, y además me suena que era un empollón: sacaba muy buenas notas.

Repasando el Libro de visitas, creo reconocer a Carlos Ayestarán de Madrid. Este tenía también a un hermano más pequeño que iba con el mío a clase, y que se llamaba Alberto.

Al leer el relato de Eva... he vuelto a recordar el día a día de la “Resi”. Nos levantamos con música, y rápidamente todos “en pelotas” a la ducha. Antes de bajar a desayunar una especie de Cola-Cao con aquellos bocadillos de foie-gras que nos preparábamos, dejábamos la cama hecha. Y antes de empezar las clases, el paso obligado por la capilla a rezar... ¿o era antes de desayunar...? No lo recuerdo bien. Sí recuerdo a don Leandro, del que “Charlie” hace una descripción perfecta. A mí también me “acojonó” un poquito cuando le conocí, tan grande y con aquella voz tan fuerte, si bien poco a poco le quitamos el miedo y resultó ser un tío cojonudo que nos enseñó muchas cosas, y además le gustaba jugar al fútbol con nosotros, y nos daba la clase de gimnasia.

De entre todas las monitoras, tengo un recuerdo especial de Gloria. Ella fue mi monitora en los dos años que estuve allí, y me gustaría rendirla un pequeño homenaje desde estas líneas. Fue como nuestra madre en los momentos duros, cuando necesitabas cariño y ternura... ella estaba allí. Recuerdo que era muy alegre y siempre tenía una sonrisa para nosotros aunque a veces también se mosqueaba y le salía ese carácter bilbaino del que hacía gala (es broma). Pero también quiero decir que el resto de monitoras que conocí (Marisa, Montse, Pili, Elia creo que era madrileña...), eran estupendas y tengo un grato recuerdo de todas ellas.

En cuanto al personal del comedor, yo también me acuerdo de la chica que se llamaba Mari Luz, y que menciona “Charlie” en su relato. Era morena y nos parecía muy guapa, aunque bastante seria. Nosotros siempre intentábamos que sonriera y alguna vez lo conseguimos.

En 5º de EGB teníamos a la señorita Manrique, y en 6º a don José Ramón Cabezón Blanco me acuerdo del nombre completo por su firma en las notas que además era el director. También recuerdo a la profesora de Inglés, la señorita Margarita (a la que llamábamos “Margotty”). Desde aquí un cariñoso saludo a todos y todas. Ellos contribuyeron a nuestra formación académica, y al menos a mí me vino muy bien, ya que era bastante vaguete y allí no quedaba otro remedio que hincar los codos. De lunes a viernes por la tarde, después de esas meriendas repartidas en el patio en aquellos cubos verdes de plástico, y tras jugar un buen rato, había que volver al aula para hacer los deberes y estudiar. Después, a asearse, vuelta al comedor a cenar, y otro rato de juego en las salas.

Llegaba la hora de ir a dormir, nos apagaban la luz y nos ponían cuentos por los altavoces interiores desde el “interfono” me acuerdo especialmente de “El libro de la selva”, “La isla del tesoro y “El enano saltarín”. Era entonces cuando, en algunas ocasiones, empezaba el cachondeo en las camarillas con las risas, las guerras de almohadas, etc. Entonces venía Gloria y se mosqueaba con nosotros, y alguno acababa castigado en la sala del “interfono”.

Tengo que decir que yo era bastante formal y me portaba bien, aunque alguna también lié. Recuerdo que cuando empezaba el buen tiempo, ya en primavera, nos escapamos varios sábados a la tarde a la chopera a darnos un baño en el río, volviendo antes de que nos echaran en falta. Puedo decir, gracias a aquellas escapadas, aprendí a nadar en el río Nela creo que así se llama. La pena es que no me acuerdo de los nombres de los compañeros de fatigas, pero seguramente estarían Txema y “Peter” de La Peña, los hermanos Freitas, Vispo “Vispín” le llamábamos, etc... Un tal Tomás, de Orduña, imitaba muy bien a Miguel Bosé cuando cantaba y bailaba aquello de “Supe, Superman”... ¿os acordáis?

Quisiera comentar alguna anécdota más, pero me extendería demasiado. De otros compañeros que me acuerde, ya lo iré mencionado en el Libro de visitas.

Cuando llegaba el fin de semana, algunos regresaban a sus casas, pero la mayoría nos quedábamos en la “Resi”. Los sábados, si no nos llevaban de excursión a algún sitio, lo pasábamos jugando todo el día. Recuerdo especialmente los domingos a la tarde cuando nos colocábamos alrededor de Gloria, sacaba aquel cuaderno donde apuntaba “la paga” que nos daba e iba descontando de nuestros ahorrillos, nos llevaba de paseo al pueblo, a los quioscos que había en la plaza de Villarcayo, y con 25 pesetas comprabas una bolsa de pipas, un “chupa-chups”, un chicle, un regaliz y un paquetito de galletas saladas...

Luego de vuelta a la Residencia, al cine a ver una “peli”. Recuerdo sobre todo las de chinos, que al acabar, salíamos todos haciendo llaves de karateka y así hasta el comedor, a cenar. Homenaje también a aquella memorable cena fría de los domingos, que creo recordaremos todos para siempre: una loncha de jamón York, un huevo cocido y un quesito.

La verdad es que podría seguir contando muchas más cosas, pero no quiero acabar aburriéndoos del todo. Como he dicho antes, a partir de ahora cuando me acuerde de algo, lo comentaré en el Libro de visitas, y os animo a que hagais lo mismo.

Lo que si tengo claro es que, de una u otra forma, el paso por aquella Residencia nos marcó a todos, y parte de lo que somos, y de los valores que tenemos y apreciamos hoy, se lo debemos a aquélla gran experiencia que todos nosotros vivimos allí.

Espero no haberos aburrido con todas estas anécdotas y recuerdos, tal como yo los viví. Un abrazo para tod@s.