Relatos: Mis años en Villarcayo |
- MIS AÑOS EN VILLARCAYO
Por Javier Alonso
Leioa, 22 de Octubre de 2009.
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Por fin me he animado a escribir: me faltaban ideas y tiempo, que no recuerdos.
Estuve en la Resi entre los cursos 1976-77 y 1979-80, cuatro años de los que sólo guardo gratos recuerdos, a pesar de que ─tengo que reconocerlo─ aclimatarme a ello me costó alguna que otra llorera nocturna. Gratos recuerdos, tanto por las vivencias como por la gente con la que compartí aquellos años, gente a la que, desgraciadamente, no consigo ponerle cara hoy en día. Y ello a pesar de haber visitado el gran número de fotos colgadas de la Web de la Residencia. Gracias a todos por este esfuerzo, en especial a Iñaki por el pedazo Web que se está currando, y los esfuerzos por juntar a semejante elenco de personajes: los que convivimos en aquella época.
Ahora sí recuerdo a Iñaki ─nuestro Webmaster─, a quien cuando me intentó localizar, no conseguía ubicar ─hemos dado tantos tumbos...─. Por supuesto, recuerdo a mi MONITORA ─con mayúsculas─ Gloria, con la que en alguna ocasión me he encontrado en Santutxu ─tiempo ha también de esto, ya que ya no paro en Santutxu─, de la que sólo guardo buenos recuerdos, a pesar de haberla tenido que acompañar en alguna que otra ocasión al “archiconocido” Interfono en horarios nocturnos. Recuerdo sus excursiones, en las que siempre tenía algo que contarnos. Recuerdo los paseos por el pueblo, en los que recibía más de un piropo ─era lo común de la época─. No me olvido de Marisa o Montse.
Recuerdo a Sor Teresa ─la vieja─, siempre tan estirada, pero en el fondo, si le dabas cancha, se deshacía. Recuerdo a Sor Teresa ─la joven─. ¡Dios… lo bien que le pegaba unas veces a esta mujer ser monja! Y lo raro que se te hacía, en otras, verla con los hábitos. Yo, en ocasiones, sí que la imaginaba vistiendo la ropa del equipo de fútbol, y dando patadas al balón ─lo de las patadas al balón, ya lo hacía de vez en cuando─. La recuerdo ─como a Gloria─ con especial cariño, aunque no sé si tanto como el que ella me dio a mí. Y eso, a pesar del bofetón que me sacudió en una de las escapadas a la piscina. Tras pillarnos por enésima vez, pensó que me estaba riendo de la bronca que nos echaba, ya que torcí el gesto al molestarme el sol, y lo interpretó mal. Cuando conseguí explicárselo, yo creo que me creyó y se sintió mal, ya que el día siguiente estuvo muy pendiente de mí. Me hubiera gustado volver a verla.
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Recuerdo como si fuera hoy a Margarita, la profesora de Inglés, persona dulce donde las haya. Me ha hecho gracia leer el apunte de Javier Ansede, sobre el familiar de la profesora. Creo que era “una tía mayor”, según nos dijo ─ella ya era bastante mayor para nosotros─, que se quedó sin luz en casa y le clavaron 3.000 pesetas de la época por subir el automático. La expresión de Margarita relatándolo es inolvidable. Tiene tela, pero no consigo ponerle cara a Javi, a pesar de que compartimos curso, año, profesora y clase. Igual también hemos compartido interfono con Gloria.
Recuerdo mis vivencias en 7º, en clase de D. José Ramón Cabezón Blanco ─hay que decir el nombre completo para que quede bien─, con mi compañero de clase Iñaki ─mi “poti”, como nos llamábamos─, a quien tampoco consigo poner cara, y ya me cuesta con el apellido ─¿Aguirre…Arroyo…?─. Con él restauramos las fichas de ajedrez de la Resi, ya que el profe nos ponía en su mesa a pintar las fichas estropeadas cuando acabábamos los deberes de lengua que hacíamos por parejas. Sobre éstos, recuerdo especialmente coger un texto y subrayar diez frases que lo resumieran. Profe, mi mujer no se cree que acabase el primero esos ejercicios, ya que no conoce a nadie que hable tanto como yo.
Recuerdo a dos pobres niñas ─creo que una se llamaba Mari Carmen─, a las que yo martirizaba haciéndoles nudos en las coletas ─espero que ellas no se acuerden─. Es la forma que algunos teníamos de vencer nuestra timidez con las chicas. Deben ser dos grandes personas a día de hoy, ya que a pesar de las trastadas que les hacía, sigo vivo.
Recuerdo a Jessi, con quien años después compartí cuadrilla, y me enorgullezco de seguir contando con su amistad. Era y es una gran persona.
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Recuerdo a Charlie, no de vivencias comunes, pero en cuanto he visto su cara, he recordado el nombre ─el de Charlie, no el de Joserra─.
Recuerdo ese pan untado con paté para desayunar, que estaba hasta rico, a pesar de que a alguna se le revuelvan las tripas, y que yo ahora no me imagine el espectáculo. Y quién no ha visto alguna vez una croqueta volando, o esa pasta de alubias saliendo por entre las pilas de platos amontonados... También me ha hecho mucha gracia ver la foto de los jaboneros.
Me llegué a saber de memoria la letra de “El Libro de la Selva”, y tantos cuentos que nos ayudaban a dormir. En cuanto salió la reedición, le compré a mi hijo ─aún tenía meses─ la película.
Me parece raro no haberos oído hablar de aquella canción que nos amenizaba/torturaba a todas horas: “Monday, Monday…“. Siempre que la oigo me viene la imagen de los juegos en el patio, mirando los altavoces y exclamando: “¡Otra vez!”.
Recuerdo las obras de teatro ─una sobre unos chinos de colores─, los bailes ─“El Baile del Farol”, con Gloria─, las obras de fin de curso… Todavía se me ponen los pelos de punta cada vez que me acuerdo de mi patética actuación en play back imitando al rubio de Los Pecos. Ese mismo año nos dieron una medalla por quedar primeros o segundos en el torneo de fútbol, y aún hoy tengo que aguantar a mi hermano que me la dieron por mi incomparable imitación de Los Pecos.
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Recuerdo esas visitas dominicales al kiosco de la plaza, donde me jartaba a caramelos de nata y los “Mastia” de regaliz. ¿Se siguen vendiendo? Si hay, juro por nuestro héroe “Mazinger Z” que me pegaré otra jartada.
Recuerdo aquellos columpios que forjaban hombres, columpios de hierro macizo sobre suelo de gravilla, donde volvíamos a pesar de haber pasado varias veces por la enfermería por su culpa ─o la nuestra─. Ahora que los ponen de plástico, con suelo de goma y con protecciones, estamos todo el día pendientes de los niños a ver si se van a hacer un arañazo. También recuerdo las hileras de pinos, el futbéisbol ─no teníamos bates, ni pelotas─ y los balones encajados. Y efectivamente, el Cluedo y el Risk eran particulares, de alguien “mu enrollao”, que nos ha permitido pasar buenos ratos entre bocadillos de Pralín y cenas.
Recuerdo... Recuerdo un montón de historias, pero tristemente sin caras, o en el mejor de los casos con aquellas caras. Espero que éste, mi primer re-encuentro con los que estuvimos en Villarcayo(*), me permita recordaros a algunos de vosotros.
Un abrazo y hasta el sábado chic@s.
(*) Gran Kedada 2009: Re-encuentro de antiguos alumn@s, profesores, monitor@s... que pasamos por la Residencia Infantil "Nuestra Señora de los Angeles", a celebrar el sábado 24 de Octubre de 2009 en Villarcayo.